La mayoría de los propietarios se quejan cuando su perro al salir a la calle, el perro inclina la cabeza hacia el suelo y comienza a olfatear todo lo que encuentra a su paso. Sobre todo si la mascota es un Beagle o Westis.
Pero es que para un perro olfatear es una necesidad, es la forma en que capta hasta la más mínima expresión de su mundo. Si en lugar de ir tirando de la correa aprovechamos nuestros momentos de ocio en un juego de olfato, conseguiremos que nuestro perro haga ejercicio, se divierta y deje de hacerlo sin motivo en momentos inoportunos.
Esta actividad produce además un efecto positivo secundario, pues cualquier perro que emplee de forma consciente su nariz y aprenda a seguir un rastro de forma paciente y perseverante se encuentra en plena ocupación mental.
Sí, y como decimos muchas veces, un trabajo mental de 20 minutos de un perro equivale a un paseo de 3 horas.
Por ello los educadores aconsejamos que cuando estemos enseñando ejercicios a nuestros perros no lo hagamos durante más de 10 minutos seguidos, con una parada de 5 minutos y otros 10 minutos. Esto realizado 1 ó 2 veces al día hará que nuestro perro se encuentre más cansado, relajado y feliz, al sentirse realizado.
Un ejercicio muy sencillo que podemos utilizar para comenzar a poner en funcionamiento esa súper-máquina olfativa que es la nariz de nuestro perro es darle la ultima comida del día esparcida por el suelo de la cocina y a oscuras, cerramos la puerta y esperamos. Tras varios días veremos como nuestro “amigo” tarda cada vez menos en terminar su cena y sale de la cocina feliz y moviendo el rabo.
Otro juego a realizar en los días de primavera y verano cuando salimos a pasear al campo o a parques y jardines es ir haciendo un sendero lanzándole premios (aconsejo que sean con un alto porcentaje en carne y proteínas, para que tenga buen olor y si pueden ser semihúmedos mejor) recordad siempre llevar agua para que luego pueda refrescarse.
La actividad de olfatear y el ejercicio estimulan tanto la circulación sanguínea como el metabolismo del animal. La intensidad con la que el perro actúa la podremos reconocer en que segrega más flujo de saliva por el hocico y se le pueden ver los belfos.